Retos que
plantea al conocimiento el problema ambiental.
«Un ensayo», esto fue lo que se me pidió que
elaborara como trabajo final para la cátedra “Problemas del Conocimiento”. Ante
las tres alternativas de escogencia decidí apostar por escribir acerca de los
retos que se le plantean al conocimiento frente a la problemática ambiental en
la actualidad.
Hablar del
futuro en común es tan vital para abordar la problemática ambiental como el
aire para respirar. Tenemos una situación que cada día se torna más difícil y
es necesaria la identificación de donde estamos en estos momentos a través de
los análisis complejos y los retos que sugieren al conocimiento. En este
escrito abordaré autores como: Avellaneda, Martínez, Morín, Leff y expondré
algunos apartes tales como el desarrollo sostenible, la globalización, la pobreza
y de cómo el estudio parcial a través de las distintas ramas del conocimiento
nos ha sesgado, llevándonos a desconocer la magnitud de las interrelaciones que
se manifiestan en esta, nuestra única nave espacial llamada planeta tierra.
Lo primero que
vino a mi mente fue la World Commission on Environment and Development,
presidida por Gro Harlem Brundtland y con ello la pregunta: ¿Qué tan común es
nuestro futuro? Han pasado 25 años desde que la comisión mundial del medio
ambiente y del desarrollo presentó el informe “Nuestro futuro común”[1] ante
la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1987 y aun nos encontramos
con algunas, por no decir muchas, tareas pendientes.
El esfuerzo de dicha
comisión marcó un hito en la era moderna del ambientalismo con la creación del
concepto de Desarrollo Sostenible[2]
WCED, (1987). El documento resultante se ha convertido en una brújula, que de
cierta manera, ha orientado la carta de navegación de quienes estamos
comprometidos con buscar un camino que conduzca hacia posibles soluciones ante
el escenario que hoy presenciamos.
Para la
elaboración del informe se contó con una serie de expertos en el tema, entre
ellos la colombiana Margarita Marino de Botero; tras diversas sesiones, este
grupo llegó a unificar algunos criterios. La estructura consta de tres partes: I)
Preocupaciones comunes, II) Tareas comunes y III) Esfuerzos comunes,
semánticamente todo nos conduce a que “tenemos” cosas en común, pero ¿qué tan
cierto es? ¿Qué nos lleva a pensar que a pesar de los intereses personales de
cada individuo tenemos un futuro en común?.
Recordemos que
el medio ambiente no existe como esfera separada de las acciones, ambiciones y
necesidades humanas. De hecho las tentativas para defenderlo aisladamente de
las preocupaciones del colectivo, han logrado que la propia palabra «medio
ambiente» haya adquirido una connotación de ingenuidad en la mayoría de
círculos económicos y en algunos círculos políticos. Es evidente que persiste
un sentimiento generalizado de frustración e ineptitud en gran parte de la
comunidad internacional, respecto a nuestra capacidad de hacer frente a los
temas ambientales globales vitales y la manera en cómo hemos tratado de
resolverlos.
El profesor y
escritor Alfonzo Avellaneda Cusaría[1],
durante una clase en la primera mitad del 2012, acuñó un término para intentar
explicar dicha decepción a lo largo de todos estos años de lucha dentro y fuera
de las aulas de clases, y exclamó: “…se
siente una especie de Solistalgia[2]…”,
haciendo referencia a su estado de ánimo al ser testigo del lento avance, en
algunos casos infructuoso, que ha tenido la consecución de los diversos
objetivos planteados por los sujetos ambientales Avellaneda (2007).
Existen
múltiples factores a la hora de revisar detenidamente cuales son las posibles
causas que han hecho tan ardua la labor de enfrentar los desafíos que nos
genera la problemática ambiental. Uno de esos elementos, posiblemente sea el
tratar de conseguir una solución única para un problema tan complejo como el
que abordamos. Se debería buscar soluciones desde la complejidad y no desde la
reducción/especialización que la academia ha traído consigo hasta nuestros
días. A propósito de esta concepción de lo complejo Leff (2004), afirma “La
problemática ambiental emerge como una crisis de civilización: de la cultura
occidental; de la racionalidad de la modernidad; de la economía del mundo
globalizado”.
“La
globalización tecnoeconómica es la última fase de la era planetaria, sumida en
la crisis” Morín (2003). En ese sentido pudiéramos entender que el problema
medioambiental es creado por la supremacía totalizadora del mundo globalizado,
por la voluntad hegemónica de la unidad de la ciencia y la unificación impuesta
del mercado.
Es preocupante
que esta uniformidad encubierta camaleónicamente detrás del desarrollo, está
secuestrando la diversidad de los pueblos; ha arrebatado súbitamente toda
iniciativa de participación y de propuestas desde las relaciones
etno-culturales, que en algunos casos datan desde tiempos milenarios. La
globalización puede ser vista como una catástrofe humana la cual amenaza la
biodiversidad en términos de extinción.
La concepción
que algunos actores tienen acerca de su entorno ha sido desfigurada con la
anuencia de las grandes corporaciones e imperios mostrándolos a través de los «mass
medias» como el principal obstáculo del desarrollo y el crecimiento
económico de los países. La perorata de la globalización emerge como una mirada
insaciable más que como una visión holística; en lugar de agrupar la integridad
de la naturaleza y de la cultura, la devora para globalizar racionalmente al
planeta y al mundo.
José Saramago en
una entrevista acotó:
“La globalización económica se enfrenta a los
derechos humanos, o uno o lo otro. Si no tenemos cuidado el gato de la
globalización engullirá al ratoncito de los derechos humanos. Eso se resuelve
en el siglo XXI” Martínez (2004), citado en Avellaneda (2007), p.27.
Con miras a
solventar la multiplicidad de brechas presentes en la globalización, convendría
pensar que debemos entender que las construcciones de soluciones deberían ser específicas a partir de la visión
particular de cada situación. Partir de lo local para llegar a lo global y no
al contrario como se pretende imponer desde un modelo globalizado. La
glocalización[1]
pudiera ser una alternativa.
Por otro lado Morín
(1990) nos acerca al pensamiento complejo al afirmar: “A primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que está
tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados:
presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple”. Por lo tanto, la complejidad
va de la mano con lo enredado, lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la
incertidumbre. En otras palabras, implica pensar, por ejemplo, que hay una
realidad económica, por una parte, una realidad psicológica, por la otra, una
realidad demográfica más allá, olvidando que detrás de las realidades
económicas se encuentran las necesidades y deseos humanos.
A este respecto Leff
(2004) argumenta que:
La crisis ambiental es un efecto del conocimiento –verdadero o
falso–, sobre lo real, sobre la materia, sobre el mundo. Es una crisis de las
formas de comprensión del mundo, desde que el hombre aparece como un animal
habitado por el lenguaje, que hace que la historia humana se separe de la historia
natural, que sea una historia del significado y el sentido asignado por las
palabras a las cosas y que genera las estrategias de poder en la teoría y en el
saber que han trastocado lo real para forjar el sistema mundo moderno.
El contexto
muestra que desde las múltiples disciplinas del conocimiento se intenta dar
soluciones a situaciones que dependen de un carácter interdisciplinario;
caminos que apunten a enfrentar la realidad local, en cambio de resolverlas
metiéndolas en camisas de fuerza o con fórmulas mágicas. Partiendo de este
escenario, quienes trabajamos por esta causa estamos convencidos que no hay una
solución única ni total.
De esta manera,
uno de los retos que se plantean al conocimiento surge de la necesidad de hacer
el estudio de los fenómenos de manera compleja porque con dividirlas en
minúsculas partes, para aparentemente facilitar su estudio, estaríamos
limitando el espectro del conocimiento. Al respecto Morín señala: “(…) vincular los conocimientos biológicos,
antropológicos y sociológicos, aspirando a una bio-antro-sociología. Luego, (…)
no buscar el conocimiento enciclopédico, sino el conocimiento enciclopedante,
que pone en ciclo los conocimientos desglosados para que, uniéndose unos a
otros, adquieran sentido”.
Como ejemplo,
podemos asentir que con respecto al tema ambiental no es posible mirar el
problema únicamente desde el enfoque ecológico; pues aunque esta constituye una
visión cierta e importante, también origina limitaciones. Dentro de este
enfoque se desconocen las condiciones históricas y sociales específicas que
condicionan y determinan la organización productiva.
Estamos en
presencia de un momento de la historia en donde la injusticia e inequidad se
apoderan de la mayor parte del planeta; la pobreza cada día crece más y el
deterioro del medio ambiente alcanza unos niveles insospechados. A pesar de
ello, el modelo económico que nos rige sigue apuntando hacia el capitalismo y
por ende, con la explotación indiscriminada de los recursos no renovables. Los
problemas ambientales que se viven hoy en el mundo, están estrechamente
relacionados con la pobreza, el hambre, las migraciones, la deficiencia de
saneamiento básico y la violencia Avellaneda (2007).
Los países del
primer mundo han intentado algunas estrategias que conduzcan al desarrollo pero
esto solo ha contribuido al agravamiento de problemas cambio climático,
contaminación de recursos hídricos, desertización así como también el índice de
ocurrencia desastres, a los cuales impunemente se les califica como naturales.
Todas estas consecuencias han afectado a la calidad de vida de un sinnúmero de
personas de países en vía de desarrollo e incluso a los habitantes de los
países desarrollados.
Para ser justo
no puedo desconocer lo que se ha hecho hasta ahora, quizás de forma lenta pero
segura se empiezan a evidenciar cambios, se ha conseguido que muchos sectores
empiecen a enfocar sus miradas hacia la gravedad de la situación en la cual nos
encontramos todos. Es hora de retomar de manera consciente el legado que otros
luchadores nos entregan como un testigo en una carrera de relevos e intentar
acciones no para conseguir la verdad, ni la totalidad, mucho menos una salida
exclusiva, pero si para empezar a ver de manera compleja el punto en donde nos
encontramos. También se hace ineludible estar pendientes que el tema de la
conciencia ambiental no sea una moda mas, hoy la era verde está en boga, pero
quizás sea una mutación del sistema económico el cual se hace flexible para
mantener su vigencia.
Es necesario que
despertemos y ampliemos nuestros sentidos, ante la realidad que nos presenta múltiples
desafíos; por esa razón se hace imperiosa la necesidad de cambiar paradigmas,
de desconstruir[2]
conceptos y de empezar a analizar todo como parte de una unidad y a la unidad
como parte de un todo.
Nuestra responsabilidad ante la historia es inexcusable,
somos nosotros, todos, los llamados a proponer e impulsar un cambio, a afianzar
el conocimiento que nos dan las ciencias pero no quedarnos sólo en la
parcialidad del mismo, sino buscar desarrollar destrezas que nos lleven al
análisis complejo de lo que tenemos frente a nosotros.
Debemos entender
que el desarrollo sostenible no es un estado de armonía, sino un proceso de constantes
cambios, aunque cada día estamos más conscientes que el desarrollo sostenible
debe apoyarse sobre las bases de una sincera voluntad política. En otras
palabras el desarrollo sostenible es un compromiso que necesita del concurso de
todos nosotros.
La entrada a una
nueva dimensión medioambiental debe incorporar elementos de interés común, ya
que, de no identificar y reconocer las interacciones entre la degradación de
los recursos, el incremento de la pobreza, la densidad de población mundial, la
incansable lucha por la acumulación de riquezas, entre otro cientos de factores
corremos el riesgo de llegar a un punto de no retorno. Y el precio a pagar no
solo es alto… es incierto. El «medio
ambiente» es donde todos vivimos, es nuestra casa y el «desarrollo» es lo que
todos forjamos para mejorar nuestro destino en el escenario donde nos tocó
nacer y ambos son tan comunes como inherentes a nosotros.
El camino para
construir un futuro común es tarea de todos y a pesar de nuestras diferencias,
ambiciones e intereses, todos tenemos el mismo origen y hasta manejamos la
misma estructura de información genética. Si no sientes que tú también formas
parte de esto, si eres de los que piensas que este tema no te concierne, o si
crees al igual que otros que no es necesario cuidar para las generaciones
futuras sino lo importante es vivir el hoy y el ahora sin importar a qué
precio… ten en cuenta que compartimos a
diario más cosas de las que te imaginas. El aire que respiramos, el agua que
bebemos, el suelo que nos da soporte y es fuente de alimentos, son solo algunas
de las cosas que compartimos cada segundo que transcurre, que además afortunadamente
nos pertenecen a todos y a la vez no es de nadie en particular.
Extracto de la
Carta de la Tierra (UNESCO, 2000) :
La tierra es nuestro hogar y el hogar de todos los seres vivos. La
tierra misma está viva. Somos parte de un universo en evolución. Somos miembros
de una comunidad de vida interdependiente con una magnificente diversidad de
formas de vida y culturas. Nos sentimos humildes ante la belleza de la tierra y
compartimos una reverencia por la vida y las fuentes de nuestro ser.
Antes de
finalizar quiero mencionar que la mejor escuela de aprendizaje sigue siendo el
hogar; el futuro común que todos anhelamos debemos irlo labrando con nuestros
infantes, enseñándoles el valor de la vida, las cosas sencillas, la grandeza de
la naturaleza y de la humildad con que debemos vivir, recuerdo en este momento
algunas frases del filósofo griego Epicuro de Samos (- 341 a - 271): "¿Quieres ser rico? Pues no te afanes por
aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia." ó "Nada es suficiente para quien lo suficiente
es poco". Por esa razón discrepo totalmente con esa vieja creencia que
nos hace pensar que somos amos y dueños del universo.
No estamos aquí
para gobernar este planeta a nuestro antojo, definitivamente somos un elemento
más del sistema; en ese sentido coincido con Avellaneda, Leff y Morín en sus
planteamientos. Hay que generar nuevas corrientes de pensamientos, nuevas
formas y maneras de abordar los diferentes temas, no cerrarnos a nada y jamás
pensar que somos dueños de la verdad. Recuerda no existe una única solución,
tenemos una tarea difícil mas no imposible, el reto se asume enfrentándolo.
Y si aún no
crees que todos somos hijos de la misma madre tierra por lo menos espero que
cuando alguien, sin ser tu familia, en la vida te llame: “hermano”, de
inmediato se disipen todas tus dudas.
Otro
mundo es posible!!!
David Hidalgo
dhidalgo@unbosque.edu.co
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