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La esposa del sastre no cabía en su asombro. Su marido que pocas horas antes había sido llevado al cadalso volvía ahora, exitoso, acaudalado y exultante…
Cuando estuvo a solas el hombre le contó los hechos.
- Estás LOCO – chilló la mujer – enseñar a hablar al oso del zar. Tú, que ni siquiera has visto un oso de cerca, ¡Estás, loco!
Enseñar a hablar al oso… Loco, estás loco…
- Calma mujer, calma. Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer, ahora… ahora tengo dos años… En dos años pueden pasar tantas cosas en dos años.
En dos años… – siguió el sastre - se puede morir el zar… me puedo morir yo… y lo más importante… por ahí el ¡oso habla!