Por muchas razones se relacionan el fresco, la brisa y la llovizna con el amor. Enamórate, si puedes. O si quieres.
Vale la pena tener alguien amado que genere esta clase de pensamientos en la mente. “Esta noche lo veré. Espero que no llegue muy tarde a la cita. La vez pasada, cuando me decía que me amaba y acariciaba mis cabellos, olvidé el mal momento que pasé en la oficina. No es lindo, pero su mirada es la mejor que hallé hasta la fecha. Y eso que ya he visto tantos ojos en mi existencia. Ojalá que estemos siempre juntos. Su compañía no solo me hace sentir bien, sino que me salva de esa soledad en la que estaba sumida. ¿De qué me sirven los dramas de William Shakespeare, los ensayos sobre la metafísica, “La introducción al sicoanálisis”, de Sigmund Freud, y toda la pila de libros de mi biblioteca, si el amor de un hombre es lo que necesito?
No importa la edad para enamorarse.
Importa que te enamores. Más allá de lo que pueda murmurar la gente, de la reacción (en contra) de tu familia y de tu mismo temor a entregar de nuevo tu confianza a un extraño. Más allá de todo, finalmente, el enamoramiento vale la pena. Es probable que aquella relación amorosa que vayas a tener con quien te conquistó alguna vez se vaya al tacho. Pero, ¿quién te quitará aquellos días de ilusión que viviste junto a la persona amada y esa alegría que te venía al alma cuando leías en sus ojos tanta simpatía y ternura a la vez?
Mira que el amor te salva de los días grises, de los malos recuerdos, de los pies fríos (cuando la temperatura ronda los cinco grados) y a veces de ti misma. ¿No suele ocurrirte que a veces no sabes qué diablos pasa por tu mente, que te irritas al santo botón y que tú eres tu peor compañía? Los poetas de reconocida trayectoria han escrito grandes poemas porque se han enamorado y desenamorado. Matilde Urrutia fue la “culpable” de unos poemas rojos y ardientes, al conquistar los sentimientos del autor de “Los versos del capitán”.
Mediante el amor que hace girar, tal parece, al mundo, se han surtido las librerías del planeta. El amor ha sido “traducido” a varios idiomas. Se ha constituido desde antaño, el amor, en tema de debate, de análisis, de ensayos, de manuales y hasta de conversaciones con un psicólogo. Cuán grande fue, es y será su influencia en las vidas de millones de seres humanos. Cómo cambia la conducta de los amantes.
Pablo Neruda escribió, con el corazón hecho brasas, estas líneas: … detrás de todas/ me voy./ pasó una clara rubia/ como una planta de oro/ balanceando sus dones./ y mi boca se fue/ como una ola/ descargando en su pecho/ relámpagos de sangre./ detrás de todas/ me voy./ pero a ti, sin moverme,/ sin verte, tú distante,/ van mi sangre y mis besos,/ morena y clara mía,/ alta y pequeña mía,/ ancha y delgada mía,/ mi fea, mi hermosura,/ hecha de todo el oro/ y de toda la plata,/ hecha de todo el trigo/ y de toda la tierra,/ hecha de toda el agua/ de las olas marinas,/ hecha para mis brazos,/ hecha para mis besos,/ hecha para mi alma./
Como quien pescó un resfrío cualquiera se enamoró. El enamoramiento fue motivo de cientos de mensajes enviados a un celular. Un buen día, por esas cosas que nunca se acaba de entender la relación acabó. Sin embargo valió la pena mientras duró. La vida de a uno es buena, pero la vida de a dos puede ser mucho mejor. Por cierto, esta apreciación mía no es nueva, ni mucho menos. Ya la descubrió cualquiera que pasó por este mundo y pensó un poquito.
Fuente: ABC Digital