“Las emociones nos preparan para hacer frente a acontecimientos importantes sin tener que pensar en qué hacer” (Ekman, 2007, pp. 20).
El miedo, nos protege. Los seres humanos somos capaces de responder a diferentes amenazas en fracciones de segundo. No son acciones cognitivas, sino intuitivas.
Las reacciones de asco o repugnancia nos hacen ser cautelosos ante actividades que, literalmente o en sentido figurado, pueden ser contraproducentes.
La tristeza y la desesperación pueden atraer la ayuda de otras personas mediante la empatía.
La ira nos advierte cuando una persona entra en desesperación o frustración. Gracias a esa advertencia podemos actuar con tacto y cautela. La ira también puede ser útil cuando consideramos que se está cometiendo una injusticia, nos puede motivar a cambiar el mundo, a luchar por la justicia social o los derechos humanos.
Las emociones tienen diferentes utilidades e implicaciones, pueden ser positivas o negativas. El no preocuparse por conocerlas, aprender a interpretarlas y controlarlas puede representar grandes problemas para cualquier individuo. “Las personas qué no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores qué sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad” (Goleman, 1995).
Para el budismo las emociones pueden ser factores que nublan una visión clara de los hechos. Pero las emociones, como dice el Dr. Paul Ekman, no son como una apéndice, “un aparato rudimentario que no tiene utilidad y se puede eliminar. Las emociones son el núcleo fundamental de nuestra vida. Hacen la vida habitable” (Ekman, 2007, pp. 42).
Controlar nuestros sentimientos es estar un paso delante de nuestro rival, contraparte o enemigo, en un deporte, en una negociación, en la política o hasta en la misma guerra. Pero lo anterior no es nada sencillo; nuestro sistema nervioso no hace fácil cambiar nuestros hábitos emocionales, “nuestro sistema emocional fue construido para mantener activos nuestros disparadores emocionales y no para desactivarlos” (Ekman, 2007, pp. 44).
Como vimos en el post anterior; Existen disparadores (triggers) emocionales universales. Situaciones, hechos, circunstancias y elementos, entre otros, que evocan la misma emoción en —prácticamente— todos los individuos. Un ejemplo puede ser la muerte de un ser amado. También existen disparadores (triggers) emocionales que no todos compartimos. Estos están influenciados por el contexto, por la cultura e incluso –a menos de eso está convencido el Dr. Paul Ekman– por nuestros ancestros.
“mi esposa tiene miedo de los ratones, y a mí no me asustan en absoluto. Me molesta cuando el servicio en un restaurante es lento, y ella no le importa” (Ekman, 2007, pp. 23).
A continuación repasaremos seis factores—contenidos en la obra del Dr. Ekman “Emotions Revealed”— diferentes que pueden determinar el éxito que cualquier persona puede tener para reducir el calor, la prominencia y el poder que desencadena una emoción. Todo depende de un contexto, de vivencias, experiencias e historias.
1. El primer factor es la cercanía con el tema involucrado:
“The closer the learned trigger is to the unlearned theme, the harder it will be to decrease its power. Road rage is an example of an event that closely resembles a theme, not a learned variation. (Ekman, 2007, pp. 46).
El ejemplo que utiliza Ekman para ilustrar este factor es la ira al volante en comparación con una crítica en el trabajo:
“Cuando el director de mi departamento maneja todos los días a la universidad encuentra un lugar en donde dos líneas de tráfico hacen un cuello de botella. Hay una regla no escrita de que los coches en cada carril se turnan, pero a veces la gente suele colarse por delante de él. El director realmente se enfurece sin importar que la diferencia en términos de tiempo, para llegar a la universidad, sea de unos segundos. Sin embargo, en el trabajo, cuando alguien en la facultad escribe una crítica de uno de sus planes para el departamento, un tema sobre el que ha trabajado muy duro y realmente le importa, rara vez se enoja. ¿Por qué la ira ante un acontecimiento aparentemente trivial, y no cuando se trata de un tema que en verdad le importa?”(Ekman, 2007, pp. 46).
La respuesta es; porque la ira al volante es como un disparador universal. Todos los días vemos como las personas pierden los estribos al manejar, nosotros nos vemos influenciados por estas reacciones, aprendemos e imitamos a sacar nuestra frustración.
Para ilustrar los siguientes factores utilizaremos la historia de Tim.
“Supongamos que un niño, llamémosle Tim, era objeto de constantes burlas por parte de su padre, lo que aparentemente él hizo como bromas, en realidad eran tratos crueles y burlones hacia su hijo. Muy pronto, probablemente antes de los cinco años, el guión de burlas despectivas de su padre entró en la base de datos de alertas emocionales de Tim. Cuando creció, Tim respondía con ira casi inmediata a las bromas, incluso cuando no eran malintencionadas. Las burlas de su padre, quien además, se burlaba de él por perder los estribos ante sus bromas, marcaron su vida. Unos veinte años más tarde, Tim todavía reacciona con ira ante la primera señal de que alguien se está burlando de él. Eso no quiere decir que Tim siempre actúa en su ira, pero Tim estaría mejor si no tuviera que luchar contra su impulso de coraje cada vez que le juegan una broma” (Ekman, 2007, pp. 45).
2. Un segundo factor a considerar son los eventos que se asemejan a la situación original en el que se estableció y se conoció el disparador.
“Fue el padre de Tim quien se burlaba de él sin piedad—un hombre fuerte dominante. Ser molestado por una mujer, un igual, o un subordinado no es tan cercano como la burla de un hombre que tiene cierta autoridad sobre él, para Time debería ser más fácil controlar el disparador cuando es molestado por alguien que no sea una figura de autoridad”. (Ekman, 2007, pp. 47)
3. Un tercer factor es: “qué tan temprano en la vida de una persona el disparador se activó. Presumiblemente, cuanto antes se activó el disparador, más difícil será para debilitarlo. En parte, esto se debe a la capacidad de controlar las reacciones emocionales a no está tan bien desarrollado en la vida temprana” (Ekman, 2007, pp. 47).
Cuando somos niños, nuestra capacidad cognitiva es menor. Por lo general, no reflexionamos, solo sentimos y no solemos intentar controlar nuestras emociones, sino que caemos en un berrinche. En el ejemplo de Ekman, para Tim representaría un enorme esfuerzo controlar sus emociones si alguien, con cierta autoridad sobre él, lo empezará a molestar. Otro factor a considerar en este caso —y que es apoyado por psicólogos y estudios sobre las emociones en el cerebro humano— es que la niñez representa una etapa crítica en la formación de nuestra personalidad y vida emocional.
“Un disparador emocional aprendido en este período crítico puede producir un períodos refectorio más largos en un individuo” (Ekman, 2007, pp. 47).
4. La carga emocional inicial es el cuarto factor clave. “Cuanto más fuerte es la emoción que se experimenta cuando el disparador se aprende, más difícil será debilitar su impacto” (Ekman, 2007, pp. 47). Regresando al ejemplo de la ira al volante, si la primera vez que nos frustramos, las cosas se sobrecargan emocionalmente; nos picamos con un coche, nos avientan el coche, nos retan a golpes o terminamos peleándonos, seguramente generaremos un disparador emocional que nos acerca a repetir la escena una y otra vez.
“Si el episodio fue una burla leve o moderada, en lugar de una fuerte, si los sentimientos de humillación, falta de valor, y el resentimiento por la pérdida del poder fueron leves y no tan fuertes, entonces sería más fácil controlar el disparador” (Ekman, 2007, pp. 47).
5. La densidad de la experiencia emocional es el quinto factor. “La densidad se refiere a la repetición de episodios, muy cargados emocionalmente. Estos ocurren durante un período corto de tiempo, tienen el efecto de abrumar a la persona. Así que, si hubo un período en el que se burlaban de Tim sin piedad, intensamente, una y otra vez, sería muy difícil desactivar ese disparador emocional” (Ekman, 2007, pp. 47).
6. Un sexto factor es el estilo afectivo. “Cada uno de nosotros tiene una diferente velocidad en nuestras respuestas emocionales y la fuerza de nuestras respuestas, y cuánto tiempo toma para nosotros para recuperarse de un episodio emocional”. (Ekman, 2007, pp. 47-48)
En los últimos años, la investigación de Paul Ekman se ha centrado en la disminución y control de estos disparadores emocionales. El Dr. Ekman se reunió en el año 2000 con varios científicos, psicólogos—como Daniel Goleman autor de “La inteligencia emocional”— y su Santidad el Dalai Lama para discutir, debatir y reflexionar sobre las emociones. De este encuentro nació “Emociones Destructivas”.
El primer paso para disminuir y controlar estos disparadores emocionales es reconocer y estar atentos a la emoción que se hace presente en nuestro sistema.
Por José Manuel Guevara
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