agosto 09, 2009

24 horas en la vida de una mujer...

“Podrá ser una ilusión, mas quien piensa resueltamente por encima de lo existente y lo preexistente, por lo menos se procura una libertad personal frente a nuestra época insensata”.
“Y parece que muchas personas experimentan no poca satisfacción al sentirse más fuertes, morales y puras, que las que resultan -fáciles de seducir-. Personalmente yo encuentro más digno que una mujer ceda al instinto, en forma libre y apasionadamente, a que, como por lo general ocurre, engañe al esposo en sus propios brazos y a ojos cerrados”.
“Personalmente, me produce mayor satisfacción comprender a los hombres y no condenarlos”.
"Usted tiene perfecta razón; la verdad a medias carece de valor; sólo la tiene laque exponemos íntegramente”.
“Con-mucha facilidad pude advertir que no había uno solo de sus movimientos que no hubiese sido cuidadosamente preparado”
“¡Pero es que no pasa un día y apenas unas horas sin que deje de pensar en aquel hecho!”
“Pero no podemos librarnos de eso que, con expresión bastante vaga, llamamos -conciencia-“.
“Para el que se siente desasido de todo, la inquietud apasionada de los otros le produce una conmoción en los nervios”.
“Todo puede adivinarse en esas manos en su manera de esperar, de coger, de contraerse”.
“A partir de ese instarte no vi nada más en el salón. Todo me pareció vago, sordo, borroso, oscuro, comparado con el fuego que brotaba de aquel rostro”.
“Salí de un sueño de plomo, de las profundidades de una noche que nunca hubiera sospechado. Primeramente, intenté persuadirme de que aquello era aún un sueño, un sueño más claro y transparente que aquel otro, denso y confuso, del que acababa de salir”.
“Recuerdo perfectamente que mi corazón cesó de palpitar, que mi respiración se paralizó cual si fuera a extinguirse mi existencia; y mi conciencia, esa conciencia lúcida, que lo concibe todo y nada comprende”.
“Pero mis sentidos superagudizados no me permitían engañarme”.
“De los instantes más angustiosos de mi vida nació otro, fraternalmente intenso: un momento más emotivo y luminoso”.
“El día anterior todo había sido un azar, una embriaguez; el arrebato de locura de dos seres que desvarían”.
“Raramente se llega a observar la gratitud de los hombres; los agradecidos no saben por lo común cómo exteriorizarlo, se sienten
cohibidos, callan avergonzados y, con harta frecuencia, desean ocultar sus sentimientos y se muestran con una extrema torpeza”.
“Dios había otorgado, según parece, la facultad de exteriorizar todos sus
sentimientos en una forma bella, espiritual y plástica, el gesto expresivo de la gratitud irradiaba de todo su cuerpo como una pasión”.
“Como un reflejo de la limpidez de nuestros sentimientos, la Naturaleza quiso brillar en torno nuestro con su máximo esplendor”.
“No podía pensar ni dormir tranquilamente; no lograba dominarse a sí mismo”.
La gratitud nos torna felices porque son muy raras las ocasiones en que se nos hace visible; toda delicadeza nos hace un efecto saludable, y para la mía, fría y mesurada, semejante superabundancia de sentimiento”.
“¡Aquí podría vivir tranquila, feliz, apartada del mundo!”.
“En él lo que más me seducía era su delicadeza espiritual”.
“Si yo nombraba o señalaba alguna flor por el camino, bajaba a buscármela”.
“-Guardamos silencio, un silencio tan profundo que claramente llegaba hasta nosotros del exterior el murmullo de las ramas de los árboles agitados por el viento”.
“Había en mí excesiva felicidad. Por lo tanto me era necesario calmar una
sobreexcitación que jamás hasta entonces había conocido en mi vida”.
Ahora reconozco claramente que lo que me lastimó en lo más vivo fue el desencanto”.
“Me daba cuenta perfecta de que mis sentidos hallaban se en completo desorden”.
“Así de insensato e infantil era mi trastorno interior”.
“¡En fin! Que éstas son cosas que se comprenden o no se comprenden.
Quizá, para comprenderlas, se necesite un corazón; apasionado”.
“A las diez... Precisamente a las diez se cumplían las veinticuatro horas desde el instante de aquel maldito encuentro; veinticuatro horas tan llenas de variados y contradictorios acontecimientos sentimentales, que mi mundo interior parecía para siempre destrozado”.
“¡Lejos de aquella ciudad maldita, lejos de mí misma, para encerrarme en mi hogar y, rodeada de los míos, retornar a mi vida anterior, a mi verdadera vida!”.
“El tiempo, no obstante, posee una fuerza profunda y la vejez un singular poder para despojar de intensidad a los sentimientos”.
“La vejez no implica más que cesar de sufrir por el pasado”.
Stefan Zweig

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