diciembre 06, 2012

David Hidalgo - ¿Qué tan común es nuestro futuro?...



Retos que plantea al conocimiento el problema ambiental.

«Un ensayo», esto fue lo que se me pidió que elaborara como trabajo final para la cátedra “Problemas del Conocimiento”. Ante las tres alternativas de escogencia decidí apostar por escribir acerca de los retos que se le plantean al conocimiento frente a la problemática ambiental en la actualidad.

Hablar del futuro en común es tan vital para abordar la problemática ambiental como el aire para respirar. Tenemos una situación que cada día se torna más difícil y es necesaria la identificación de donde estamos en estos momentos a través de los análisis complejos y los retos que sugieren al conocimiento. En este escrito abordaré autores como: Avellaneda, Martínez, Morín, Leff y expondré algunos apartes tales como el desarrollo sostenible, la globalización, la pobreza y de cómo el estudio parcial a través de las distintas ramas del conocimiento nos ha sesgado, llevándonos a desconocer la magnitud de las interrelaciones que se manifiestan en esta, nuestra única nave espacial llamada planeta tierra.

Lo primero que vino a mi mente fue la World Commission on Environment and Development, presidida por Gro Harlem Brundtland y con ello la pregunta: ¿Qué tan común es nuestro futuro? Han pasado 25 años desde que la comisión mundial del medio ambiente y del desarrollo presentó el informe “Nuestro futuro común”[1] ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1987 y aun nos encontramos con algunas, por no decir muchas, tareas pendientes.

El esfuerzo de dicha comisión marcó un hito en la era moderna del ambientalismo con la creación del concepto de Desarrollo Sostenible[2] WCED, (1987). El documento resultante se ha convertido en una brújula, que de cierta manera, ha orientado la carta de navegación de quienes estamos comprometidos con buscar un camino que conduzca hacia posibles soluciones ante el escenario que hoy presenciamos.

Para la elaboración del informe se contó con una serie de expertos en el tema, entre ellos la colombiana Margarita Marino de Botero; tras diversas sesiones, este grupo llegó a unificar algunos criterios. La estructura consta de tres partes: I) Preocupaciones comunes, II) Tareas comunes y III) Esfuerzos comunes, semánticamente todo nos conduce a que “tenemos” cosas en común, pero ¿qué tan cierto es? ¿Qué nos lleva a pensar que a pesar de los intereses personales de cada individuo tenemos un futuro en común?.

Recordemos que el medio ambiente no existe como esfera separada de las acciones, ambiciones y necesidades humanas. De hecho las tentativas para defenderlo aisladamente de las preocupaciones del colectivo, han logrado que la propia palabra «medio ambiente» haya adquirido una connotación de ingenuidad en la mayoría de círculos económicos y en algunos círculos políticos. Es evidente que persiste un sentimiento generalizado de frustración e ineptitud en gran parte de la comunidad internacional, respecto a nuestra capacidad de hacer frente a los temas ambientales globales vitales y la manera en cómo hemos tratado de resolverlos.

El profesor y escritor Alfonzo Avellaneda Cusaría[1], durante una clase en la primera mitad del 2012, acuñó un término para intentar explicar dicha decepción a lo largo de todos estos años de lucha dentro y fuera de las aulas de clases, y exclamó: “…se siente una especie de Solistalgia[2]”, haciendo referencia a su estado de ánimo al ser testigo del lento avance, en algunos casos infructuoso, que ha tenido la consecución de los diversos objetivos planteados por los sujetos ambientales Avellaneda (2007).

Existen múltiples factores a la hora de revisar detenidamente cuales son las posibles causas que han hecho tan ardua la labor de enfrentar los desafíos que nos genera la problemática ambiental. Uno de esos elementos, posiblemente sea el tratar de conseguir una solución única para un problema tan complejo como el que abordamos. Se debería buscar soluciones desde la complejidad y no desde la reducción/especialización que la academia ha traído consigo hasta nuestros días. A propósito de esta concepción de lo complejo Leff (2004), afirma “La problemática ambiental emerge como una crisis de civilización: de la cultura occidental; de la racionalidad de la modernidad; de la economía del mundo globalizado”.

“La globalización tecnoeconómica es la última fase de la era planetaria, sumida en la crisis” Morín (2003). En ese sentido pudiéramos entender que el problema medioambiental es creado por la supremacía totalizadora del mundo globalizado, por la voluntad hegemónica de la unidad de la ciencia y la unificación impuesta del mercado.


Es preocupante que esta uniformidad encubierta camaleónicamente detrás del desarrollo, está secuestrando la diversidad de los pueblos; ha arrebatado súbitamente toda iniciativa de participación y de propuestas desde las relaciones etno-culturales, que en algunos casos datan desde tiempos milenarios. La globalización puede ser vista como una catástrofe humana la cual amenaza la biodiversidad en términos de extinción.

La concepción que algunos actores tienen acerca de su entorno ha sido desfigurada con la anuencia de las grandes corporaciones e imperios mostrándolos a través de los «mass medias» como el principal obstáculo del desarrollo y el crecimiento económico de los países. La perorata de la globalización emerge como una mirada insaciable más que como una visión holística; en lugar de agrupar la integridad de la naturaleza y de la cultura, la devora para globalizar racionalmente al planeta y al mundo.

José Saramago en una entrevista acotó:

La globalización económica se enfrenta a los derechos humanos, o uno o lo otro. Si no tenemos cuidado el gato de la globalización engullirá al ratoncito de los derechos humanos. Eso se resuelve en el siglo XXI” Martínez (2004), citado en Avellaneda  (2007), p.27.

Con miras a solventar la multiplicidad de brechas presentes en la globalización, convendría pensar que debemos entender que las construcciones de soluciones deberían  ser específicas a partir de la visión particular de cada situación. Partir de lo local para llegar a lo global y no al contrario como se pretende imponer desde un modelo globalizado. La glocalización[1] pudiera ser una alternativa.

Por otro lado Morín (1990) nos acerca al pensamiento complejo al afirmar: “A primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple”. Por lo tanto, la complejidad va de la mano con lo enredado, lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre. En otras palabras, implica pensar, por ejemplo, que hay una realidad económica, por una parte, una realidad psicológica, por la otra, una realidad demográfica más allá, olvidando que detrás de las realidades económicas se encuentran las necesidades y deseos humanos.

A este respecto Leff (2004) argumenta que:

La crisis ambiental es un efecto del conocimiento –verdadero o falso–, sobre lo real, sobre la materia, sobre el mundo. Es una crisis de las formas de comprensión del mundo, desde que el hombre aparece como un animal habitado por el lenguaje, que hace que la historia humana se separe de la historia natural, que sea una historia del significado y el sentido asignado por las palabras a las cosas y que genera las estrategias de poder en la teoría y en el saber que han trastocado lo real para forjar el sistema mundo moderno.

El contexto muestra que desde las múltiples disciplinas del conocimiento se intenta dar soluciones a situaciones que dependen de un carácter interdisciplinario; caminos que apunten a enfrentar la realidad local, en cambio de resolverlas metiéndolas en camisas de fuerza o con fórmulas mágicas. Partiendo de este escenario, quienes trabajamos por esta causa estamos convencidos que no hay una solución única ni total.

De esta manera, uno de los retos que se plantean al conocimiento surge de la necesidad de hacer el estudio de los fenómenos de manera compleja porque con dividirlas en minúsculas partes, para aparentemente facilitar su estudio, estaríamos limitando el espectro del conocimiento. Al respecto Morín señala: “(…) vincular los conocimientos biológicos, antropológicos y sociológicos, aspirando a una bio-antro-sociología. Luego, (…) no buscar el conocimiento enciclopédico, sino el conocimiento enciclopedante, que pone en ciclo los conocimientos desglosados para que, uniéndose unos a otros, adquieran sentido”.

Como ejemplo, podemos asentir que con respecto al tema ambiental no es posible mirar el problema únicamente desde el enfoque ecológico; pues aunque esta constituye una visión cierta e importante, también origina limitaciones. Dentro de este enfoque se desconocen las condiciones históricas y sociales específicas que condicionan y determinan la organización productiva.

Estamos en presencia de un momento de la historia en donde la injusticia e inequidad se apoderan de la mayor parte del planeta; la pobreza cada día crece más y el deterioro del medio ambiente alcanza unos niveles insospechados. A pesar de ello, el modelo económico que nos rige sigue apuntando hacia el capitalismo y por ende, con la explotación indiscriminada de los recursos no renovables. Los problemas ambientales que se viven hoy en el mundo, están estrechamente relacionados con la pobreza, el hambre, las migraciones, la deficiencia de saneamiento básico y la violencia Avellaneda (2007).

Los países del primer mundo han intentado algunas estrategias que conduzcan al desarrollo pero esto solo ha contribuido al agravamiento de problemas cambio climático, contaminación de recursos hídricos, desertización así como también el índice de ocurrencia desastres, a los cuales impunemente se les califica como naturales. Todas estas consecuencias han afectado a la calidad de vida de un sinnúmero de personas de países en vía de desarrollo e incluso a los habitantes de los países desarrollados.

Para ser justo no puedo desconocer lo que se ha hecho hasta ahora, quizás de forma lenta pero segura se empiezan a evidenciar cambios, se ha conseguido que muchos sectores empiecen a enfocar sus miradas hacia la gravedad de la situación en la cual nos encontramos todos. Es hora de retomar de manera consciente el legado que otros luchadores nos entregan como un testigo en una carrera de relevos e intentar acciones no para conseguir la verdad, ni la totalidad, mucho menos una salida exclusiva, pero si para empezar a ver de manera compleja el punto en donde nos encontramos. También se hace ineludible estar pendientes que el tema de la conciencia ambiental no sea una moda mas, hoy la era verde está en boga, pero quizás sea una mutación del sistema económico el cual se hace flexible para mantener su vigencia.

Es necesario que despertemos y ampliemos nuestros sentidos, ante la realidad que nos presenta múltiples desafíos; por esa razón se hace imperiosa la necesidad de cambiar paradigmas, de desconstruir[2] conceptos y de empezar a analizar todo como parte de una unidad y a la unidad como parte de un todo. 

Nuestra responsabilidad ante la historia es inexcusable, somos nosotros, todos, los llamados a proponer e impulsar un cambio, a afianzar el conocimiento que nos dan las ciencias pero no quedarnos sólo en la parcialidad del mismo, sino buscar desarrollar destrezas que nos lleven al análisis complejo de lo que tenemos frente a nosotros.

Debemos entender que el desarrollo sostenible no es un estado de armonía, sino un proceso de constantes cambios, aunque cada día estamos más conscientes que el desarrollo sostenible debe apoyarse sobre las bases de una sincera voluntad política. En otras palabras el desarrollo sostenible es un compromiso que necesita del concurso de todos nosotros.

La entrada a una nueva dimensión medioambiental debe incorporar elementos de interés común, ya que, de no identificar y reconocer las interacciones entre la degradación de los recursos, el incremento de la pobreza, la densidad de población mundial, la incansable lucha por la acumulación de riquezas, entre otro cientos de factores corremos el riesgo de llegar a un punto de no retorno. Y el precio a pagar no solo es alto… es  incierto. El «medio ambiente» es donde todos vivimos, es nuestra casa y el «desarrollo» es lo que todos forjamos para mejorar nuestro destino en el escenario donde nos tocó nacer y ambos son tan comunes como inherentes a nosotros.

El camino para construir un futuro común es tarea de todos y a pesar de nuestras diferencias, ambiciones e intereses, todos tenemos el mismo origen y hasta manejamos la misma estructura de información genética. Si no sientes que tú también formas parte de esto, si eres de los que piensas que este tema no te concierne, o si crees al igual que otros que no es necesario cuidar para las generaciones futuras sino lo importante es vivir el hoy y el ahora sin importar a qué precio… ten en cuenta que compartimos  a diario más cosas de las que te imaginas. El aire que respiramos, el agua que bebemos, el suelo que nos da soporte y es fuente de alimentos, son solo algunas de las cosas que compartimos cada segundo que transcurre, que además afortunadamente nos pertenecen a todos y a la vez no es de nadie en particular.

Extracto de la Carta de la Tierra (UNESCO, 2000):

La tierra es nuestro hogar y el hogar de todos los seres vivos. La tierra misma está viva. Somos parte de un universo en evolución. Somos miembros de una comunidad de vida interdependiente con una magnificente diversidad de formas de vida y culturas. Nos sentimos humildes ante la belleza de la tierra y compartimos una reverencia por la vida y las fuentes de nuestro ser.

Antes de finalizar quiero mencionar que la mejor escuela de aprendizaje sigue siendo el hogar; el futuro común que todos anhelamos debemos irlo labrando con nuestros infantes, enseñándoles el valor de la vida, las cosas sencillas, la grandeza de la naturaleza y de la humildad con que debemos vivir, recuerdo en este momento algunas frases del filósofo griego Epicuro de Samos (- 341 a - 271): "¿Quieres ser rico? Pues no te afanes por aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia." ó "Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco". Por esa razón discrepo totalmente con esa vieja creencia que nos hace pensar que somos amos y dueños del universo.

No estamos aquí para gobernar este planeta a nuestro antojo, definitivamente somos un elemento más del sistema; en ese sentido coincido con Avellaneda, Leff y Morín en sus planteamientos. Hay que generar nuevas corrientes de pensamientos, nuevas formas y maneras de abordar los diferentes temas, no cerrarnos a nada y jamás pensar que somos dueños de la verdad. Recuerda no existe una única solución, tenemos una tarea difícil mas no imposible, el reto se asume enfrentándolo.

Y si aún no crees que todos somos hijos de la misma madre tierra por lo menos espero que cuando alguien, sin ser tu familia, en la vida te llame: “hermano”, de inmediato se disipen todas tus dudas.

Otro mundo es posible!!!




[1] También conocido como “Informe Brundtland”.
[2] El desarrollo sostenible: es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.



David Hidalgo
dhidalgo@unbosque.edu.co


Mario Benedetti - Inspirar amor...



"Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor"


Mario Benedetti